Cómo proteger con el Método Hoffmann a los mayores ante las bajas temperaturas
12/12/2017
Tras siete meses con temperaturas primaverales en prácticamente todas las provincias de España, llegó el frío y con él, peligros de patologías vinculadas a las bajas temperaturas y que convierten en más vulnerables a las personas mayores. El Método Hoffmann, creado por Catalina Hoffmann, aporta un decálogo para sobrevivir con salud a la caída del termómetro.
Para cualquier persona, al llegar el invierno y sus bajas temperaturas, y muy particularmente en época de ola de frío o en el transcurso de climas de tormenta, la caída en los grados de temperatura ambiental supone un importante riesgo para la salud que se refleja en última instancia, más allá de la propia incomodidad del frío y del aumento en la aparición de catarros y gripes, en la posibilidad de sufrir hipotermia. Este fenómeno se caracteriza por la caída, por exposición al frío, del calor corporal por debajo de los 35º Centígrados -considerando 36,5º como la temperatura corporal basal en condiciones de normalidad-, lo cual puede conducir a un estado de afección multisistémica donde diversas partes y órganos del cuerpo pueden dejar de funcionar, que a su vez deriva en un incremento de la mortalidad.
Esta problemática se torna especialmente acuciante en el caso de nuestros mayores, para los cuales el riesgo de exposición al frío y de sufrimiento de hipotermia es particularmente alto, incluso cuando la temperatura ambiental ha disminuido sólo en pequeña medida. Las personas mayores suelen, en general, disponer de sistemas menos eficientes de calefacción en el hogar–o incluso carecer completamente de ellos-, además de encontrarse fisiológicamente menos preparados para afrontar caídas en temperaturas; su cuerpo, envejecido y menos efectivo en cuestiones de regulación térmica, es especialmente sensible a la disminución de temperatura ambiental. Las múltiples patologías que nuestros mayores tienden a sufrir colaboran también en esta susceptibilidad a la hipotermia.
Así, no en vano todos hemos comprobado cómo nuestros mayores reclaman mayor abrigo en situación de ligeros descensos de temperatura ambiente, descensos que sus familiares, más jóvenes, no detectamos como molestos o peligrosos. Aquellas personas mayores que no disponen de una red de apoyo cercana, y que no reciben atención con la suficiente frecuencia y se encuentran más aislados, representan el grupo con mayor riesgo de sufrimiento por descenso de las temperaturas.
Más concretamente, los riesgos del frío se hacen más patentes en nuestros mayores debido a una combinación de factores tanto conductuales como fisiológicos:
- A veces se observa la tendencia a que nuestros mayores, con fines de ahorro, caldeen su hogar a una menor intensidad de lo adecuado.
- Si la persona mayor no toma la nutrición adecuada se incrementa el riesgo de vulnerabilidad al frío; igualmente, nuestros mayores tienden a beber menos de lo indicado y corren el riesgo de deshidratarse, incluso en invierno. Esta vulnerabilidad se incrementa también en el caso de patologías crónicas y de polimedicación.
- Los mayores presentan mejor sensibilidad en la percepción del frío, lo que puede llevarles a no abrigarse de acuerdo al frío del momento, que junto con su peor capacidad de regulación y control de la temperatura corporal y su tendencia a permanecer inactivos, les hacen más proclives a estos problemas.
No todas las personas mayores presentan los mismos factores de riesgo personales y ambientales, pero para todos ellos es de enorme importancia seguir una serie de recomendaciones y precauciones, a las que nosotros como familiares y cuidadores debemos prestar especial atención.
DECÁLOGO DE CONSEJOS PARA PROTEGER DEL FRÍO A LOS MAYORES
1.- Adecuar la calefacción del hogar, sellar aperturas al exterior y mantener un aire ni seco ni húmedo.
2.- Abrigar lo suficiente pero con ropa de abrigo cómoda, sobre todo al despertar y al acostarse.
3.- Evitar salidas al exterior ante temperaturas muy bajas y emplear, si se realiza la salida, la adecuada ropa de abrigo (guantes, bufanda, etc.).
4.- Seguimientos de hábitos saludables en cuanto a correcta hidratación, nutrición y grado de actividad física.
5.- Seguir pautas médicas en caso de patologías crónicas y ciertas medicaciones.
6.- Llamar de manera inmediata y urgente a los Servicios de Emergencias Médicas en caso de sospecha de hipotermia.
7.- Ser capaz de detectar una posible hipotermia conociendo sus manifestaciones
8.- Evitar a toda costa confiar en el termómetro como herramienta de detección de la hipotermia.
9.- Saber cómo actuar en caso de hipotermia hasta la llegada de los Servicios Médicos.
10.- Agudizar estas pautas cuando se trate de una persona mayor que vive sola.