La hipertensión arterial

La hipertensión arterial

06/05/2015

La tensión que existe dentro de las arterias durante el periodo de reposo del corazón se llama tensión arterial diastólica o mínima. La entrada de sangre en la arteria aorta, que coincide con cada latido del corazón, es la tensión arterial sistólica o máxima. En un adulto las cifras normales de tensión arterial están por debajo de 140 mmHg de sistólica y 90 mmHg de diastólica.

La hipertensión arterial es una enfermedad traicionera, que sutilmente va minando nuestra salud hasta que el daño es tan grande que se expresa con complicaciones graves. Esto se debe a que por sí misma NO produce ningún síntoma. Puede tener factores asociados como taquicardias, dolor de cabeza, vértigos, alteraciones de la vista, hemorragias nasales, etc. La hipertensión, por tanto, es la señal de alerta de un mayor riesgo cardiovascular: problemas cardíacos, renales y cerebrales, por eso, aunque la persona se encuentre perfectamente, debe tomar medidas para su control. Se trata de una enfermedad muy común en todo el mundo que afecta a más del 20% de los adultos entre 40 y 65 años y casi al 50% en las personas de más de 65 años. En la mayoría de los casos no se han encontrado causas específicas. Sin embargo, existen algunos factores que hacen que se tenga mayor riesgo de padecerla, tales como: antecedentes familiares, obesidad, consumo elevado de sal, alcohol, tabaco, falta de ejercicio y estrés.

Lo más importante en el tratamiento de la mayoría de los pacientes hipertensos son las medidas no medicamentosas. Éstas incluyen desde el abandono de hábitos nocivos, hasta la dieta y el ejercicio; en definitiva, incluyen cambios en el estilo de vida de la persona. El objetivo es reducir la presión arterial, controlar otros factores de riesgo y trastornos clínicos y reducir el número de dosis de fármacos antihipertensivos que luego se podría tener que utilizar.

El tratamiento de la hipertensión arterial es eficaz si se aplica a tiempo y se cumple apropiadamente. Algunos factores de riesgo no pueden evitarse ni combatirse, como la edad, raza, el sexo masculino o la herencia familiar pero otros en cambio pueden suprimirse o compensarse con medidas de higiene, modo de vida, alimentación o medicamentos. Son estos los que debemos modificar y ayudar a que, a su vez, disminuyan los factores de riesgo cardiovasculares.

Cristina Parra Manzanares

DUE Vitalia Ferraz.

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