Fases
Como hemos comentado anteriormente, la etiología de la Artritis Reumatoide es desconocida, sin embargo, se cree que puede deberse a un agente infeccioso que, en pacientes genéticamente predispuestos, es capaz de desencadenar una respuesta inflamatoria, con la consiguiente destrucción cartilaginosa y deformación ósea. La sinovitis producida en la artritis reumatoide es persistente, debido a que determinadas células inmunológicas infiltran en la cavidad perpetuando el proceso inflamatorio. Además, estas células liberan determinadas moléculas que son las posibles responsables de las manifestaciones extraarticulares.
El resultado es que la membrana sinovial va engrosándose progresivamente, formando vellosidades y adheriéndose a los bordes del cartílago, lo que da lugar a un tejido de granulación denominado pannus que, poco a poco, va reemplazando poco a poco al cartílago original. En general, la Artritis reumatoide evoluciona de la siguiente manera:
- Primera Fase: Inflamación sinovial y perisinovial. Se produce edema y dolor articular.
- Segunda Fase: Cuando la inflamación se mantiene en el tiempo se produce la sustitución del Cartílago original por el tejido de granulación que hemos comentado anteriormente. Se ve comprometida la movilidad articular y los daños degenerativos van agravándose.
- Tercera Fase: Fibrosis y anquilosis, deformidad e inmovilización articular. El pannus pasa a convertirse en tejido fibroso (cicatricial). Es frecuente en esta fase la “deformación en ráfaga” de los dedos de la mano.
Sin embargo, la evolución de la Artritis reumatoide es muy variable, lo más común es que presente un carácter fluctuante con un grado de deformidad articular variable, pero lo cierto es que es difícil de predecir. Las remisiones son más probables durante el primer año, sin embargo, tan sólo un 10% de los pacientes logran remisiones a largo plazo. También mejora durante el embarazo, pero empeora tras el parto.
La esperanza de vida disminuye en pacientes con AR, lo que va en relación con el grado de afectación articular. Las complicaciones más habituales son las infecciones, las hemorragias gastrointestinales y los efectos secundarios de los fármacos.