Ictus: secuelas y tratamiento
Los Ictus se producen cuando en el territorio cerebral hay problemas con la circulación sanguínea. Puede tener causas isquémicas (falta de riego sanguíneo) o hemorrágicas. Esta falta de riego sanguíneo tiene consecuencias en el cerebro que se traducen en secuelas físicas y cognitivas, además de alteraciones conductuales o alteraciones del lenguaje. Dentro del aspecto físico, que el aspecto sobre el que actúa la fisioterapia, lo más visible es la parálisis total o parcial de uno o ambos hemicuerpos en función del territorio cerebral afectado. Las consecuencias y grado de afectación de cada Ictus son diferentes en cada individuo, aunque siguen patrones comunes. Entre los principales problemas que pueden aparecer están los siguientes: alteración del tono muscular, alteración de la sensibilidad, alteración del equilibrio y la marcha y alteración del patrón motor.
La falta de irrigación produce una alteración en el tono muscular, que se traduce en la dificultad de movilizar voluntariamente un fragmento del cuerpo, ya sea por exceso de activación muscular (hipertonía), lo que impide que el musculo se relaje y este en constante activación produciendo la aparición de rigideces; o por defecto (hipertonía) lo que impide que la musculatura se active. Este déficit de actividad suele venir acompañado de la ya mencionada afectación de la sensibilidad que dificulta la integración de esas zonas paréticas en el patrón motor. El grado de afectación depende del individuo y de la zona afectada, así como del tiempo que se tarde desde que se produce el Ictus hasta que se produce la intervención terapéutica, por eso es importante conocer los principales factores de riesgo y los principales síntomas para reconocerlo y ponerle solución en el menor tiempo posible.
Cuando se produce un Ictus, es importantísimo que la persona reciba estimulación desde una fase muy temprana y que esta estimulación se lleve a cabo por un equipo multidisciplinar que enfoque todas las áreas que pueden verse afectadas por el Ictus. La fisioterapia en estos casos tiene como objetivo principal mejorar la independencia funcional de la persona, recuperando hasta donde sea posible la movilidad perdida y reeducando a los pacientes en su nueva situación funcional. Para ello tiene herramientas que trabajan sobre el tono muscular y técnicas que tienen como objetivo reeducar el patrón motor alterado. En estos pacientes es importante el apoyo psicológico y refuerzo positivo para que acepten su cambio físico y su nueva forma de vida.
Isabel Vivas González
Fisioterapeuta Vitalia Alcalá de Henares